miércoles, 2 de junio de 2010

Abandono


Los hombres de mi vida han marcado una fuerte huella que aún hoy, con ayuda de mi psicóloga, estoy intentando borrar o al menos, suavizar.
Casi todas las personas del sexo masculino que han pasado por mi vida, de una u otra manera en algún momento me abandonaron.
El primer recuerdo fue mi bisabuelo, que a mis cortos 5 años me abandono para ir a hacerle compañía a Dios padre. Era una relación muy rara, lo poco que me acuerdo es que me repetía siempre una frase larga Toma la sopa, anda al jardín, y no hagas renegar a mamá y papá El abuelo Andrés nunca había mostrado maldad, al menos a mí, aunque su cara grande y su 90 años creo que me asustaban un poco, aunque no tanto como para no ir a despedirme; aquella mañana de helada y escarcha del 9 de julio de 1985 lo vi por última vez; aunque en sueños volvió muchas veces más.
Algunos años después, mi padre se fue de casa; si bien yo presentía el hecho unos meses antes, aquel marzo se lleno de ausencia masculina el hogar familiar. Mi relación con el nunca llegó a ser muy fluida. Su trabajo le daba horarios a contramano del mundo que no me permitían verlo por la mañana (Aunque muchas veces me haya despertado de madrugada, solo para pedirle agua, y así burlarme de lo establecido), y que por las tardes lo mandaban a siestar   A pesar de eso, tampoco él nos hacía tiempo en su apretada agenda que solía colmarse de visitas al mecánico, reuniones en la empresa, y diversos otros queahaceres que nunca le regalaban la dicha de pasar más de media hora solo con sus dos hijos.
Así fue como un día me di cuenta que no recordaba muchas cosas de la convivencia con mi padre; y claro, los últimos  16 años no tuvimos cotidianeidad; después de mucho pensarlo y meditarlo llegue a la conclusión de que mi padre me había abandonado incluso antes de separase de mi mamá. Nunca formé parte de sus prioridades, y no fue, hasta siendo yo una mujer adulta, que se preocupo por mis estudios y por mi vida en general. Al día de hoy, luego de mucho diván, puedo decir que tan solo somos dos personas adultas que mantenemos una relación, que a mí me permite no perder contacto con mi pequeña hermana, y a él tener la conciencia limpia.
El siguiente abandono que sufrí estuvo a cargo de quien supo ser mi primer novio. Ese con quien soñé casarme y hasta tener hijos. Ese con quien estaba a punto de irme a vivir, cuando la hecatombe se hizo presente en nuestras vidas, y después de más de seis meses de dar vueltas como una calesita, el me dejó. Sus motivos no vienen al caso. el hecho es que me dejó (Y sin saberlo abrió las puertas a los mejores años de mi vida) y superarlo fue doblemente difícil para mí, no solo el fracaso amoroso al que cualquier persona está expuesta, sino que se sumaba otro abandono a mi vida, aunque mi consciente no lo registrara, mi inconsciente que no descansa iba tomando nota de él.

Al poco tiempo de que Marinovio entró a trabajar a la empresa en la que se desempeña actualmente, la palabra viajes empezó a inundar nuestras charlas, y la posibilidad de que lo enviaran a trabajar al interior del país, o a alguna localidad lejana de nuestro lugar  de residencia se hacía cada vez más consistente.
Un día, la confirmación tan temida llegó, y debió trasladarse a una localidad del oeste bonaerense para  realizar la apertura de una nueva sucursal y capacitar a todos los nuevos recursos que había contratado la empresa.
El mismo día que él se instalaba en el hotel del oeste bonaerense, yo pisaba por primera vez el consultorio de mi analista. La angustia me había superado; no cabía en mí un nuevo abandono. No cabía en mi cabeza expresar todo lo mal que la situación me ponía. Sabía que no sería eterno, y que aún los fines de semana podían ser nuestros, que la distancia no era tanta. Pero mi cabeza no hacía más que recordarme que él ya no estaría todos los días viviendo a 10 cuadras de mi casa, compartiendo vueltas a nuestros hogares y tardes.
Con apoyo de muchos de los que hoy leen este blog, de mi trabajo terapéutico, y de la voluntad de los dos, su estadía en el “exilio en el Oeste” como el mismo lo denominó, pareció durar mucho menos de lo previsto. Sus viajes por trabajo se repitieron, y seguramente lo seguirán haciendo en un futuro no muy lejano, yo de a poco me volviendo más fuerte para tolerarlo.
Y así como hay hombres importantes en la vida de toda mujer, y salvando las distancias, ayer sufrí un nuevo abandono. La persona que metió mano en mi cabeza en los últimos 12 años abandonó la peluquería en la que solía atenderme. Nadie conoce las razones y mucho menos su paradero. Yo planificaba mi último corte de pelo en mi barrio y ahora, que necesito con urgencia encontrar a alguien que me arregle la cabellera este hombre desapareció de la faz de la tierra.
Conclusión: necesito un peluquero URGENTE!!!

NaRa